martes, 9 de diciembre de 2008

Una Despedida Agridulce

schuster_ramos No se puede catalogar de sorpresa la destitución de Schuster ocurrida hoy. Como siempre, el entrenador es el cabeza de turco cuando las cosas no van bien, y últimamente iban terriblemente mal. El sustituto es Juande Ramos, quien llevo al Sevilla a ganar dos copas de la UEFA y es considerado por muchos como un especialista en las competiciones del K.O. Las reacciones a la noticia han sido variadas, pero yo no acabo de tomar partido por una posición u otra.

Por una parte, no soy partidario de destituir al entrenador en mitad de temporada y cuando aun hay posibilidades de luchar por algún título. La liga se ha puesto difícil pero no imposible. Con esto quiero decir que nueve puntos son recuperables, aunque reconozco que con el estado actual del equipo parece prácticamente imposible. Y quiero remarcar que no lo veo posible por el estado del Madrid no por el rendimiento del Barcelona que, aun siendo remarcable, pienso no puede seguir así hasta final de temporada.

Tampoco creo que la destitución de Schuster vaya a resolver nada. No le considero el principal culpable de la situación que atraviesa el equipo y tampoco creo que un nuevo entrenador la vaya a resolver. La plantilla estaba corta, muy cortita, desde principio de temporada. Llena de jugadores mediocres, que si bien sirvieron en el pasado para ganar títulos de liga a base de lucha y de coraje, no sirven como proyecto de futuro para garantizar la estabilidad del equipo y conseguir la ansiada decima. Culpables, para mí, son todos, pero como dije anteriormente, no creo que sea el mejor momento de apuntar con el dedo y hurgar en la herida que lleva tanto tiempo abierta y es bien conocida por todos.

Por otro lado, Schuster se ha ganado la destitución con creces. Su apatía como técnico del equipo blanco, demostrada recientemente con sendas declaraciones tras los enfrentamientos ante Sevilla y Getafe, justifica esta destitución ante una afición que, hasta no hace mucho, le respaldaba y apoyaba en su cargo. Sus desafortunados comentarios clamaban una respuesta por parte de la directiva, y no se puede pedir una respuesta más tajante; la inmediata terminación de su contrato.

Bernardo ha demostrado que puede ser un buen entrenador de equipo pequeño pero que no tiene el carisma ni la actitud para entrenar un equipo grande. Mucho menos a un Real Madrid en el que las exigencias del cargo hacen temblar hasta los pedestales más sólidos del futbol mundial. La afición del Bernabéu no es como ninguna otra; no se conforma con ganar títulos; hay que jugar bien. No sirve que te consideren bueno; hay que demostrarlo en el campo y en cada partido. No hay muchos profesionales, futbolistas o entrenadores, que soporten esa presión constante, y Schuster se ha desplomado a las primeras de cambio enseñando sus lánguidos cimientos como técnico.

Aun, no he podido decidir como sentirme por la noticia. Tengo la sensación de que es más de lo mismo; hay que cortar cabezas para buscar una reacción, así que empecemos por la cabeza más fácil. Pero por otro lado, Schuster no ha sabido estar a la altura de la situación. Me ha defraudado como profesional y como técnico y ha faltado al respeto a una afición que lo admiraba como futbolista y protegía como entrenador.

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